El principal testigo del cambio climático se pierde en el espacio
Pocas semanas después de celebrar su décimo
aniversario en órbita, el pasado día 8 de abril se perdió de forma
repentina el contacto con el satélite Envisat. Durante una década este
satélite ha sido un testigo espacial de la evolución del agujero de la
capa de ozono sobre la Antártida.
Tras realizar rigurosos intentos para
restablecer las comunicaciones, y tratar de comprender el origen del
problema, ayer se declaró oficialmente el fin de la misión.
Un
equipo de ingenieros ha pasado el último mes intentando restablecer el
control de Envisat, investigando las posibles causas del problema.
Además, se han enviado comandos desde una amplia red de estaciones de
seguimiento, pero todavía no se ha recibido ninguna respuesta por parte del satélite.
Como
no había dado ninguna muestra de deterioro antes de la pérdida de
contacto, el equipo ha estado reuniendo todo tipo de información para
tratar de comprender cuál es el estado actual del satélite. En este esfuerzo, se tomaron imágenes de Envisat con radares desde tierra y a través del satélite francés Pleiades.
Con esta información, el equipo fue elaborando poco a poco distintas hipótesis sobre cuál pudo haber sido el origen del problema. Una de estas hipótesis apunta a la pérdida del regulador de potencia, bloqueando la telemetría y los telecomandos.
Otra hipótesis sugiere que se produjo un cortocircuito,
activando el “modo seguro”, una configuración diseñada para garantizar
la supervivencia del satélite. De haber sido así, se pudo producir una
segunda anomalía durante la transición a este modo especial, dejando al
satélite en un estado intermedio y, de momento, desconocido.
Si bien las probabilidades de recuperar a Envisat son extremadamente bajas, el equipo de investigación seguirá intentando restablecer el contacto y estudiando las posibles causas del problema durante al menos los próximos dos meses.
La sobresaliente actuación de Envisat
durante la última década llevó a muchos a pensar que permanecería
activo varios años más, como mínimo hasta el lanzamiento de las misiones
Sentinel, diseñadas para tomar su relevo. Sin embargo, Envisat llevaba
operativo el doble del tiempo inicialmente previsto para su misión,
habiéndose ganado una más que merecida jubilación.
Con sus diez
sofisticados instrumentos, Envisat observó y monitorizó sin descanso la
superficie de la Tierra, la atmósfera, los océanos y los campos de hielo
durante sus diez años en servicio, generando más de 1.000 terabytes de
datos. Se estima que, a día de hoy, se han publicado más de 2.500 artículos científicos basados en sus resultados, ayudándonos a comprender mejor cómo funciona nuestro planeta.
Actividad
Durante estos diez años, Envisat fue testigo de la reducción
progresiva de la extensión de las banquisas árticas y de la apertura de
nuevas rutas marítimas en el polo durante los meses del verano boreal.
Junto a otros satélites, monitorizó las variaciones del nivel del mar a
escala global y regional, así como la temperatura de la superficie de
los océanos con una precisión de unas pocas décimas de grado. Todos
estos años de datos de Envisat nos han ayudado a comprender mejor la
circulación de las corrientes oceánicas y las concentraciones de
clorofila.
En la atmósfera, Envisat observó cómo aumentaba la contaminación del aire
sobre Asia, mientras que alcanzaba cierta estabilidad sobre Europa y
Norteamérica, y estudió las concentraciones de dióxido de carbono y
metano. Envisat también monitorizó la evolución del agujero de la capa
de ozono sobre la Antártida.
Sobre la tierra, estudió la velocidad de las corrientes glaciares
en la Antártida y en Groenlandia. Sus imágenes fueron empleadas en
numerosas ocasiones para actualizar los mapas globales de los usos del
suelo, poniendo de manifiesto los efectos de la deforestación.
Gracias a su radar, Envisat fue capaz de monitorizar los desplazamientos del terreno
desencadenados por terremotos y erupciones volcánicas, ayudándonos a
comprender mejor la tectónica de placas y los mecanismos volcánicos.
Envisat
no sólo proporcionó datos fundamentales sobre nuestro planeta a la
comunidad científica; un gran número de servicios operacionales, tales
como la monitorización de inundaciones o de vertidos de crudo,
dependían de sus observaciones. Sus datos se utilizaron en múltiples
ocasiones para ayudar a las autoridades de protección civil a gestionar
la respuesta ante catástrofes naturales o antropogénicas.
Envisat
también aportó información fundamental para los servicios enmarcados
dentro del programa europeo para la Monitorización Mundial del
Medioambiente y la Seguridad (GMES), preparando el camino para la próxima generación de satélites.
Ahora, ante el fin de la misión, el lanzamiento de los satélites Sentinel
del programa GMES empieza a ser urgente, para así poder garantizar la
continuidad de datos a los usuarios, mejorar la gestión del medio
ambiente, comprender y mitigar los efectos del cambio climático y
garantizar la seguridad ciudadana.